¿Qué Es La Esquizofrenia?

La esquizofrenia es un trastorno mental crónico y severo que afecta la manera en que una persona piensa, siente y se comporta. Aunque su causa exacta no se conoce completamente, se cree que es el resultado de una combinación de factores genéticos, biológicos y ambientales. Las personas con esquizofrenia pueden experimentar alucinaciones (como ver o escuchar cosas que otras personas no pueden ver o escuchar), delirios (creencias falsas que se defienden como una verdad), pensamientos desorganizados, dificultad para relacionarse con los demás o llevar a cabo tareas cotidianas (trabajo, escuela, entre otros). Este trastorno no es sinónimo de “doble personalidad”, como a veces se malinterpreta, sino una condición compleja que requiere atención especializada.

¿Cuáles son los síntomas más comunes?

Los síntomas de la esquizofrenia suelen clasificarse en positivos y negativos. Los síntomas positivos incluyen alucinaciones, delirios y comportamiento desorganizado. Los síntomas negativos se reflejan en la pérdida de motivación, aislamiento social y dificultades para expresar emociones. Con el paso del tiempo y la evolución de la enfermedad, pueden aparecer síntomas cognitivos, que suelen manifestarse como problemas para concentrarse, tomar decisiones o recordar información. Es importante mencionar que no todas las personas con esquizofrenia presentan los mismos síntomas, y su intensidad puede variar con el tiempo, de allí la importancia de un abordaje individual.

¿Cómo impacta la esquizofrenia la vida diaria?

La esquizofrenia puede tener un impacto significativo en la vida de quienes la padecen y en la de sus seres queridos. Sin un tratamiento adecuado, las personas con este trastorno pueden enfrentar dificultades para mantener un empleo, establecer relaciones sociales o incluso cuidar de sí mismas. Sin embargo, con un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado que incluya medicación y terapia, muchas personas con esquizofrenia pueden llevar una vida plena y satisfactoria. El apoyo familiar y social también desempeña un papel fundamental en su recuperación.

¿Cuándo es necesario buscar ayuda profesional?

Es crucial buscar ayuda de un psiquiatra si una persona experimenta síntomas como alucinaciones, delirios, aislamiento social, cambios drásticos en el comportamiento o una desconexión con la realidad. Además, si los síntomas persisten durante semanas o interfieren significativamente con la vida diaria, es importante actuar rápidamente. La atención temprana no solo mejora las posibilidades de controlar la enfermedad, sino que también puede prevenir complicaciones futuras y descartar otro tipo de enfermedades que puede llegar a confundirse con esquizofrenia (como anormalidades del sistema nervioso, tumores, alteraciones metabólicas, infecciones, entre otros).

La importancia de acudir a un psiquiatra

El psiquiatra es un medico especializado en salud mental, capacitado para diagnosticar y tratar la esquizofrenia utilizando estrategias farmacológicas (medicamentos) y no farmacológicas (terapia). Si tienes sospechas o preocupaciones sobre tu salud mental o la de un ser querido, acudir a un especialista es un paso fundamental. El psiquiatra evaluará los síntomas, descartará otras posibles causas y diseñará un plan de tratamiento personalizado que puede incluir medicamentos, psicoterapia y estrategias para mejorar la calidad de vida. No temas buscar ayuda; cuidar de tu salud mental es tan importante como cuidar de tu salud física.

Dr. Juan Manuel Jaramillo Mejía – Médico Psiquiatra.


Mindfulness Y Salud Mental

El mindfulness, o atención plena, es una práctica que consiste en centrarse en el momento presente de manera consciente y sin juzgar. Su popularidad ha crecido en los últimos años debido a los múltiples beneficios que aporta a la salud mental. Esta técnica, derivada del budismo, ha sido adaptada al ámbito psicoterapéutico, demostrando ser eficaz para mejorar la calidad de vida de las personas.

Uno de los principales beneficios del mindfulness es su capacidad para reducir el estrés. Vivir en un mundo acelerado y lleno de responsabilidades puede generar altos niveles de ansiedad , lo que deriva en la liberación de neurotransmisores y hormonas vinculadas al estrés (como el cortisol). Practicar mindfulness permite a las personas observar sus pensamientos y emociones sin dejarse arrastrar por ellos, ayudando a mantener la calma y una mejor perspectiva ante situaciones desafiantes/estresantes. Estudios han demostrado que esta práctica reduce significativamente los niveles de cortisol.

El mindfulness es una herramienta poderosa para gestionar la ansiedad. La ansiedad surge de preocupaciones ligadas al futuro o recuerdos del pasado. Al anclar la atención en el presente, el mindfulness ayuda a romper ese ciclo de pensamientos repetitivos y a crear una sensación de control. Esto es especialmente útil en casos de trastornos de ansiedad o depresión, ayudando también a mejorar la capacidad de concentración y atención.

En un mundo lleno de distracciones digitales, la atención plena entrena el cerebro para enfocarse en una sola tarea, aumentando la productividad y la sensación de logro. Esto, a su vez, fortalece la autoestima y reduce la sensación de agotamiento mental, factores clave para mantener una buena salud mental.

En resumen, el mindfulness es una herramienta poderosa para la salud mental que ayuda a manejar el estrés, la ansiedad, la depresión y mejora la capacidad de atención y las relaciones interpersonales. Integrarlo en la vida cotidiana puede ser una forma efectiva de cuidar tanto la mente como el cuerpo, promoviendo una vida más equilibrada y plena.

Dr. Juan Manuel Jaramillo Mejía – Médico Psiquiatra.


¿Qué es el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)?

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se caracteriza por pensamientos obsesivos y comportamientos compulsivos que interfieren significativamente en la vida diaria de quien los presenta. Las personas con TOC suelen experimentar pensamientos o impulsos no deseados y persistentes, llamados obsesiones, que generan una gran ansiedad y malestar. Para aliviar esa ansiedad, suelen realizar rituales o comportamientos repetitivos, llamados compulsiones. Aunque muchas personas pueden tener preocupaciones o rutinas, en el caso del TOC, estos pensamientos y comportamientos son mucho más intensos y frecuentes, afectando sus actividades, relaciones y calidad de vida.

El origen del TOC es complejo y no completamente entendido, aunque se considera que una combinación de factores genéticos, neurobiológicos y ambientales contribuye a su desarrollo. Algunos estudios han demostrado que las personas con antecedentes familiares de TOC tienen un mayor riesgo de desarrollarlo, lo que sugiere una predisposición genética. Además, las imágenes cerebrales (RM) han mostrado anomalías en las conexiones entre ciertas áreas del cerebro, especialmente aquellas involucradas en la regulación de pensamientos y comportamientos. Factores ambientales como el estrés, eventos traumáticos o ciertas infecciones también pueden jugar un papel importante, especialmente en individuos que ya son vulnerables al TOC.

Los síntomas principales del TOC incluyen tanto las obsesiones como las compulsiones. Las obsesiones suelen manifestarse como pensamientos intrusivos, imágenes o impulsos no deseados que generan incomodidad o ansiedad. Estos pueden variar ampliamente, desde preocupaciones sobre la contaminación y la limpieza hasta pensamientos violentos o inapropiados. Por otro lado, las compulsiones son actos repetitivos que la persona realiza con el fin de reducir la ansiedad provocada por las obsesiones. Algunos ejemplos comunes de compulsiones son lavarse las manos en exceso, contar objetos, verificar constantemente si una puerta está cerrada o repetir ciertas frases mentalmente. La repetición de estas conductas no siempre tiene sentido para quienes las realizan, pero el impulso de llevarlas a cabo es muy fuerte.

El TOC se distingue de otras condiciones por la necesidad de neutralizar o reducir la ansiedad que generan las obsesiones a través de las compulsiones, creando un ciclo difícil de romper. Esto puede ser debilitante y afectar seriamente la capacidad de la persona para llevar una vida normal. Las personas con TOC suelen experimentar un sentimiento de vergüenza o culpa al no poder controlar sus pensamientos y comportamientos, lo que agrava el malestar psicológico y puede conducir al aislamiento social o a problemas en el trabajo o la escuela.

El diagnóstico del TOC generalmente lo realiza un profesional de la salud mental , como un psiquiatra, mediante una evaluación clínica, no existen pruebas o test específicos que sean superiores a la evaluación médica. Aunque los síntomas pueden aparecer de forma leve, su gravedad puede aumentar con el tiempo si no se busca tratamiento. La terapia cognitivo-conductual, especialmente la técnica de exposición y prevención de respuesta, es uno de los enfoques más eficaces para tratar el TOC. Además, en algunos casos, se pueden utilizar medicamentos, para ayudar a controlar los síntomas.

Es importante consultar a un psiquiatra cuando los pensamientos obsesivos o las compulsiones comienzan a interferir en la vida cotidiana o a causar un malestar significativo. La ayuda profesional es crucial cuando el TOC afecta el trabajo, las relaciones personales o genera angustia persistente. Además, buscar apoyo psicológico es vital cuando la persona siente que no puede controlar sus impulsos, experimenta depresión asociada o tiene ideas autodestructivas. El tratamiento temprano no solo mejora la calidad de vida, sino que también ayuda a reducir la intensidad y frecuencia de los síntomas a largo plazo.

Dr. Juan Manuel Jaramillo Mejía – Médico Psiquiatra.


Consejos Para Cuidar A Una Persona Con Alzheimer

En este articulo hablaremos un poco de algunos consejos para cuidar a personas con demencias, si bien la demencia mas frecuente es el Alzheimer, los consejos aquí descritos pueden ayudar al cuidado de personas con otros tipos de demencias, como la demencia fronto temporal, la demencia vascular, la demencia asociada a la enfermedad de Parkinson, entre otras.

Cuidar a una persona con demencia requiere paciencia, comprensión y adaptación continua. La enfermedad es progresiva y afecta a la memoria, el comportamiento y las habilidades cognitivas, lo que hace que el rol del cuidador sea esencial para mantener la calidad de la persona con demencia. A continuación, se brindan varios consejos que pueden ayudar a los cuidadores a afrontar este desafío.

1. Crear una Rutina Diaria Estructurada

Una rutina diaria clara y predecible puede brindar seguridad a una persona con demencia. Establecer horarios regulares para las comidas, la higiene personal, las actividades y el descanso puede reducir la confusión y la ansiedad. Intenta mantener las actividades a la misma hora cada día y sé flexible si la persona necesita adaptarse a su propio ritmo. Evita cambios bruscos en la rutina, ya que estos pueden causar desorientación o malestar.

2. Comunicación Clara y Paciente

La capacidad de comunicarse se ve afectada a medida que avanzan las demencias. Es importante hablar lenta y claramente, utilizando oraciones cortas y simples. Evita dar demasiadas opciones o hacer preguntas complicadas; en su lugar, ofrece decisiones sencillas como “¿Quieres usar esta camisa azul o la roja?”, en lugar de “¿Como te quieres vestir hoy?”. También es útil utilizar el lenguaje corporal y señales visuales para complementar lo que dices, como señalar o mostrar las opciones (mostrar las camisas).

Si la persona no puede encontrar las palabras o parece frustrada, muestra comprensión y paciencia. A veces, cambiar de tema o redirigir la conversación hacia algo más fácil de abordar puede ayudar a reducir la ansiedad. Evita corregir a la persona si recuerda algo incorrectamente, ya que esto puede aumentar su frustración.

3. Proporcionar un Entorno Seguro

A medida que la enfermedad avanza, la seguridad se convierte en una preocupación creciente. Adaptar el entorno físico del hogar es crucial para prevenir accidentes. Retira objetos peligrosos, como cuchillos o productos de limpieza, de áreas de fácil acceso. Instala cerraduras en puertas y ventanas, especialmente si la persona tiene tendencia a deambular.

Además, elimina obstáculos como alfombras sueltas o muebles en los pasillos que podrían provocar caídas (por tropezones o resbalones). Si la persona con demencia todavía es móvil, es una buena idea asegurar que el hogar esté adaptado para minimizar riesgos y facilitar la movilidad.

4. Fomentar la Participación en Actividades

Aunque las demencias, en especial el Alzheimer afecta la memoria y las habilidades cognitivas, muchas personas con la enfermedad aún pueden disfrutar de actividades significativas. Involucrar a la persona en actividades que sean placenteras y familiares puede mantenerla estimulada mentalmente y darle una sensación de propósito.

Las actividades simples, como escuchar música, ver fotos familiares, jardinería o trabajar en tareas domésticas fáciles, pueden proporcionar una sensación de normalidad. Asegúrate de ajustar las actividades a las habilidades actuales de la persona, evitando aquellas que puedan causar frustración o confusión.

5. Manejar los Cambios de Comportamiento

Las demencias puede provocar cambios de comportamiento como la agitación, la confusión y la agresividad. Estos comportamientos suelen ser respuestas a la frustración, la incomodidad o la desorientación. Como cuidador, es importante reconocer las señales tempranas de estos comportamientos y tratar de comprender qué los está causando.

Si la persona se muestra agitada, trata de mantener la calma y utilizar una voz suave. Redirigir su atención hacia otra actividad o darle un objeto reconfortante puede ayudar a calmar la situación. Evita discutir o razonar con la persona, ya que esto suele agravar el problema.

6. Fomentar la Independencia

A pesar de la progresión de la enfermedad, es importante que la persona con demencia mantenga tanto de su independencia como sea posible. Esto puede aumentar su autoestima y reducir el estrés tanto para el cuidador como para el paciente. Ofrecerle la oportunidad de realizar pequeñas tareas o tomar decisiones simples, como elegir su ropa o ayudar en la preparación de una comida, puede darle una sensación de control.

Es útil crear un entorno que facilite la independencia. Por ejemplo, proporciona ropa fácil de poner y quitar, utensilios adaptados para comer, y organiza el entorno de manera que los objetos de uso diario estén al alcance y sean fáciles de encontrar.

7. Cuidar del Cuidador

Cuidar de una persona con demencia puede ser agotador tanto física como emocionalmente. Es fundamental que el cuidador también se cuide a sí mismo. Tomarse tiempo para descansar, delegar responsabilidades y pedir ayuda cuando sea necesario es crucial para evitar el agotamiento.

Es recomendable que el cuidador busque apoyo en grupos de cuidadores o hable con profesionales de la salud para manejar el estrés y las emociones que conlleva el cuidado de una persona con Alzheimer. No se debe subestimar la importancia de mantener un equilibrio saludable entre el cuidado del paciente y el cuidado personal.

Si quieres conocer más sobre cómo cuidar al cuidador, puedes consultar el artículo que aborda este tema con mayor profundidad: https://acortar.link/Cuidadodelcuidador 

8. Prepararse para el Futuro

Las demencias son enfermedades progresivas, por lo que es importante planificar a largo plazo. Habla con profesionales médicos sobre los recursos disponibles y considera opciones de cuidado para el futuro. Establecer un plan para las decisiones médicas, legales y financieras, con la participación de la persona afectada, si es posible, puede facilitar el proceso conforme la enfermedad avanza.

Dr. Juan Manuel Jaramillo Mejía – Médico Psiquiatra.


¿Se puede romper el corazón?: A propósito del síndrome de corazón roto (cardiomiopatía de Takotsubo)

El síndrome del corazón roto, enfermedad cardiaca temporal que ocurre generalmente en respuesta a situaciones de estrés emocional o físico extremo. Aunque se presenta de forma similar a un infarto, es una condición distinta.

El nombre de “corazón roto” proviene del hecho de que la condición a menudo es provocada por una experiencia emocionalmente devastadora. Durante un episodio de este síndrome, el ventrículo izquierdo del corazón presenta una pequeña deformación, tomando una forma similar a la de una trampa japonesa utilizada para atrapar pulpos, llamada “takotsubo”, de donde también deriva uno de sus nombres.

  • Causas: Suele desencadenarse por eventos altamente estresantes como la muerte de un ser querido, una ruptura sentimental, el diagnóstico de una enfermedad grave o incluso un estrés físico intenso, como una cirugía o una enfermedad crónica altamente incapacitante.
  • Síntomas: Los síntomas incluyen dolor en el pecho, dificultad para respirar, fatiga, y en algunos casos, desmayos. Estos síntomas se asemejan mucho a los de un ataque cardíaco, algunas personas llegan a describirlo como “se me está rompiendo el pecho … se me esta partiendo el alma … siento que me estoy infartando”.
  • Diferencias con un Infarto: A diferencia de un infarto de miocardio, donde las arterias coronarias se bloquean, en el síndrome del corazón roto, las arterias suelen estar libres de obstrucciones. Sin embargo, el músculo cardíaco se debilita temporalmente.

Diagnóstico:

El diagnóstico del síndrome del corazón roto se realiza a través de varios métodos similares a los utilizados para diagnosticar un infarto de miocardio:

  • Electrocardiograma (ECG): Este estudio registra la actividad eléctrica del corazón y puede mostrar alteraciones típicas de esta condición.
  • Análisis de sangre: Aunque los niveles de troponina (una proteína que se eleva durante un infarto) pueden estar elevados, suelen ser más bajos que en un ataque cardíaco.
  • Ecocardiograma: Permite observar la forma del ventrículo izquierdo, que suele estar debilitado y dilatado.
  • Coronariografía: Se utiliza para descartar obstrucciones en las arterias coronarias, lo que confirmaría que no se trata de un infarto.

Tratamiento:

El tratamiento del síndrome del corazón roto generalmente implica medidas de soporte y tratamiento sintomático:

  • Valoración por profesionales: Es necesario realizar el abordaje de una manera integral, inicialmente se debe acudir al médico para realizar un diagnóstico diferencial respecto a un infaro, a menudo es necesaria una valoración por médico psiquiatra para tratar la condición de estrés que generó la aparición del síndrome. 
  • Reposo y manejo del estrés: Es fundamental para la recuperación. Reducir el estrés emocional y físico es clave para prevenir nuevos episodios.
  • Pronóstico: La mayoría de los pacientes se recuperan completamente en semanas o meses, aunque en raros casos, el síndrome puede ser fatal.

Dr. Juan Manuel Jaramillo Mejía – Médico Psiquiatra.


Relación entre el dolor y las emociones: más allá de una simple sensación.

Partamos de que el dolor es una experiencia universal que todos, en algún momento de nuestras vidas lo hemos experimentado. Puede ser agudo, como el que sentimos al cortarnos un dedo, o crónico, como el dolor de espalda que persiste durante meses o años. Sin embargo, lo que a menudo se pasa por alto es la profunda conexión entre el dolor y nuestras emociones. Este vínculo, aunque complejo, es esencial para comprender cómo el dolor impacta nuestras vidas y cómo podemos manejarlo de manera más efectiva.

Cuando pensamos en el dolor, a menudo lo asociamos con una sensación física: una punzada, una quemazón, un retorcijón o un tirón. Pero el dolor no es solo un fenómeno físico. Está profundamente influenciado por nuestras emociones y estado mental. La ciencia ha demostrado que el dolor y las emociones están intrínsecamente ligados, llegando incluso a ser procesados en las mismas áreas del cerebro, como el sistema límbico, que en parte está encargado de nuestras respuestas emocionales.

Por ejemplo, el dolor físico puede desencadenar emociones intensas como la ansiedad, el miedo o la tristeza. Cuando alguien sufre un dolor persistente, no es raro que experimente sentimientos de desesperanza o depresión. Esto se debe a que el dolor crónico puede llevar a una sensación de pérdida de control sobre la propia vida, lo que afecta negativamente la salud mental. De hecho, muchas personas con dolor crónico desarrollan trastornos de ansiedad o depresión, lo que a su vez puede aumentar la percepción del dolor, creando un ciclo (círculo) difícil de romper.

No solo el dolor físico puede influir en nuestras emociones, sino que nuestras emociones también pueden influir en cómo experimentamos el dolor. Por ejemplo, el estrés y la ansiedad pueden amplificar la percepción del dolor. Cuando estamos estresados, nuestro cuerpo está en un estado de alerta constante, lo que puede hacer que cualquier dolor físico se sienta más intenso. Del mismo modo, las emociones negativas, como la ira o la tristeza, pueden hacer que el dolor se sienta insoportable.

Por otro lado, las emociones positivas pueden tener un efecto protector. La alegría, la esperanza y el amor pueden reducir la percepción del dolor y mejorar nuestra capacidad para enfrentarlo. Esto no significa que el dolor desaparezca por completo, pero sí puede disminuir su intensidad y hacer que sea más manejable. Es por eso que estrategias como la meditación, la terapia cognitivo-conductual y las técnicas de relajación son efectivas para manejar el dolor, ya que ayudan a regular nuestras emociones y, por lo tanto, nuestra percepción del dolor.

Otro aspecto a resaltar es cómo el dolor emocional, como el que experimentamos después de una pérdida o una ruptura, puede manifestarse como dolor físico. Frases como “me rompió el corazón” o “siento un nudo en el estómago” no son solo metáforas; reflejan cómo el dolor emocional puede causar sensaciones físicas reales.

Cuando experimentamos un dolor emocional intenso, nuestro cerebro activa las mismas áreas que cuando experimentamos dolor físico. Esto puede explicar por qué el dolor emocional puede ser tan devastador y, en algunos casos, tan difícil de superar como el dolor físico. De hecho, el dolor emocional no tratado puede llevar a problemas de salud física a largo plazo, como enfermedades cardíacas, problemas gastrointestinales y trastornos del sueño.

Entender la conexión entre dolor y emociones es crucial para abordar el dolor de manera efectiva. No basta con tratar el dolor físico; también es importante abordar los aspectos emocionales que lo acompañan. Ignorar la dimensión emocional del dolor puede llevar a tratamientos incompletos e insatisfactorios.

Por ejemplo, en el manejo del dolor crónico, es fundamental incluir enfoques que aborden la salud mental. Esto puede incluir intervenciones psicoterapéuticas o farmacológicas por parte de psiquiatría.

Dr. Juan Manuel Jaramillo Mejía – Médico Psiquiatra.


¿Qué Hacer Durante un Ataque de Pánico?

Los ataques de pánico pueden ser aterradores, pero existen estrategias que pueden ayudar a reducir su intensidad y duración. Aquí hay algunos pasos prácticos que puedes seguir si experimentas un ataque de pánico:

1. Reconoce el Ataque

Lo primero y más importante es reconocer que estás teniendo un ataque de pánico, para ello vamos a recordar un poco los síntomas que pueden presentarse durante un ataque de pánico, entendiendo que estos pueden diferenciarse entre síntomas corporales, cognitivos (del pensamiento) y emocionales, es importante aclarar que al presentar un ataque de pánico es posible que NO estén presentes todos estos síntomas.

1.1 Síntomas Físicos: Palpitaciones, sudoración, temblor o sacudidas, dificultad para respirar y sensación de ahogo, dolor y malestar en el pecho, náuseas, mareos, escalofríos y entumecimiento.

1.2 Síntomas cognitivos (del pensamiento): Sensación de perdida de control, despersonalización, desrealización, pensamientos de muerte inminente.

1.3 Síntomas emocionales: ansiedad, miedo intenso.

La duración de un ataque de pánico es variable, por lo general dura unos pocos minutos y desaparece completamente (de forma gradual) a lo largo de 20 a 30 minutos (cada persona es diferente, la duración es diferente).

2. Controla tu Respiración

La hiperventilación (respiración rápida y superficial) es común durante los ataques de pánico y puede aumentar la sensación de mareo y falta de aire. Controlar tu respiración puede ayudar a reducir estos síntomas:

  • Respira Profundamente: Inhala lenta y profundamente por la nariz, contando lentamente hasta seis.
  • Sostén el Aire: Mantén el aire en tus pulmones por un conteo de cuatro.
  • Exhala Lenta y Completamente: Exhala lentamente por la boca, coloca tus labios como si estuvieses soplando a través de un pitillo (pajilla), cuenta hasta seis.

Repite este ciclo de respiración hasta que sientas que tu respiración se ha normalizado, siguiendo el siglo 6 (inhalación) – 4 (sostén el aire) – 6 (exhalación).

3. Usa Técnicas de anclaje (mientras controlas tu respiración)

Estas técnicas ayudan a anclarte en el momento presente y a desviar tu atención de los síntomas del pánico:

  • Cuenta Objetos: Mira a tu alrededor y cuenta cuántos objetos puedes ver de un mismo color.
  • Toca y Siente: Toca una superficie cercana (como una mesa o tu ropa) y concéntrate en su textura.
  • Nombrar 5 Sentidos: Identifica cinco cosas que puedas ver, cuatro que puedas tocar, tres que puedas oír, dos que puedas oler y una que puedas saborear.

4. Reafirma Pensamientos Positivos (mientras controlas tu respiración)

Habla contigo mismo de manera calmada y positiva. Recuérdate que lo que estás experimentando es temporal y que pasará. Algunas afirmaciones útiles pueden ser:

  • “Esto es solo un ataque de pánico, no es peligroso.”
  • “He pasado por esto antes y sé que va a pasar.”
  • “Estoy a salvo y estoy tomando el control.”

5. Cambia de Entorno (mientras controlas tu respiración)

Si es posible, cambia de entorno. Salir al aire libre o moverte a un lugar más tranquilo puede ayudarte a sentirte más en control y a reducir el pánico.

6. Usa Técnicas de Relajación (mientras controlas tu respiración)

Practicar técnicas de relajación puede ayudar a calmar tu cuerpo y mente. Algunas opciones incluyen:

  • Relajación Muscular Progresiva (de Jacobson): Tensa y luego relaja cada grupo muscular de tu cuerpo, comenzando por los pies y subiendo hasta la cabeza.
  • Visualización: Imagina un lugar tranquilo y seguro, como una playa o un bosque, y concéntrate en los detalles sensoriales de ese lugar.

7. Evita la Cafeína y el Alcohol

Durante un ataque de pánico, evita consumir cafeína o alcohol, ya que pueden empeorar los síntomas de ansiedad.

8. Busca Apoyo

Hablar con alguien de confianza puede ser reconfortante. Compartir lo que estás sintiendo y recibir apoyo emocional puede ayudarte a manejar mejor el ataque.

9. Consulta a un Profesional

Es importante buscar la ayuda de un profesional de la salud mental (Psiquiatra o psicólogo). La terapia cognitivo-conductual (TCC) y otros tratamientos farmacológicos pueden ser muy efectivos para manejar los ataques de pánico a largo plazo.

Recuerda que, aunque los ataques de pánico son intensos, no son peligrosos. Con el tiempo y la práctica, puedes aprender a manejarlos de manera efectiva y reducir su impacto en tu vida.

Dr. Juan Manuel Jaramillo Mejía – Médico Psiquiatra.


Cómo Ayudar A Una Persona Con Depresión

No son pocas las ocasiones en las que la depresión de un ser querido pasa inadvertida, o pareciese que ya no esta presente, esto presenta un desafío a la hora de ayudar a una persona con depresión, pero brindar este apoyo puede marcar una gran diferencia en su vida. Es fundamental abordar la situación con empatía, comprensión y paciencia. Aquí hay algunas estrategias que pueden ser de utilidad para apoyar a una persona cercana que está lidiando con esta condición.

Primero, es importante educarse sobre la depresión. Comprender que es una enfermedad mental (que tiene su sustrato biológico) y no una “simple tristeza” ayudará a no hacer juicios, ofreciendo así una ayuda más efectiva. La depresión puede afectar a las personas de diferentes maneras, y lo que funciona para una persona puede no ser útil para otra.

La comunicación abierta y sin juzgar es esencial. Anima a la persona a hablar sobre sus sentimientos y escucha sin interrumpir o tratar de ofrecer soluciones inmediatas, teniendo en cuenta que “animar” no es sinónimo de “obligar”, a veces es mucho más eficaz dejar la puerta abierta (dar a entender que se está dispuesto a hablar) para que la persona no sienta presión en cuanto hablar de sus emociones y lo haga cuando este preparada. Simplemente ser escuchado puede proporcionar un gran alivio, por lo que muchas veces el oyente poco participa de la conversación, sin embargo al momento de participar evita decir cosas como “anímate”, “si lo tiene todo ¿Por qué esta así? o “todo estará bien”, ya que estos comentarios pueden parecer simplistas o poco empáticos, como si se minimizara el problema.

Ofrecer ayuda práctica puede ser muy beneficioso. Las personas con depresión a menudo tienen dificultades para realizar tareas cotidianas. Apoyar con algunas tareas del hogar, ofrecerse a acompañarlas a sus citas médicas o simplemente estar presente puede aliviar parte del peso que sienten, no es “hacer todo”, es apoyar en lo que debe hacer.

Es crucial animar a la persona a buscar ayuda profesional si aún no lo ha hecho. Los psiquiatras pueden proporcionar tratamientos y estrategias específicas para manejar la depresión. Ofrecerse a ayudarles a encontrar un profesional o acompañarlos a sus primeras citas puede ser un gran apoyo.

Diez Puntos para Ayudar a una Persona con Depresión

  1. Escucha Activa: Dedica tiempo a escuchar sin interrumpir ni juzgar.
  2. Educarse: Aprende sobre la depresión para entender mejor lo que está pasando la persona.
  3. Ofrecer Compañía: Acompaña a la persona en actividades cotidianas para que no se sienta sola.
  4. Ser Paciente: Entiende que la recuperación puede ser un proceso largo y con altibajos.
  5. Evitar Juicios: No minimices sus sentimientos ni les digas que “superen” la depresión.
  6. Apoyo Práctico: Ayuda con tareas diarias que pueden ser abrumadoras, como cocinar, hacer compras, autorizar o solicitar citas médicas.
  7. Animar la Ayuda Profesional: Incentiva a la persona a buscar terapia o tratamiento médico.
  8. Crear un Entorno Seguro: Asegúrate de que la persona se sienta segura y comprendida en tu presencia (no juzgada).
  9. Fomentar Actividades: Anima a la persona a participar en actividades que disfrute, sin presionarla.
  10. Cuida de Ti Mismo: No descuides tu propia salud mental; busca apoyo si lo necesitas para poder seguir ayudando (cuidar al cuidador es fundamental, si quieres conocer más sobre cómo cuidar al cuidador, puedes consultar el artículo que aborda este tema: https://acortar.link/Cuidadodelcuidador ).

Dr. Juan Manuel Jaramillo Mejía – Médico Psiquiatra.


Cuidado Del Cuidador

El cuidado de los cuidadores es fundamental para garantizar que estos sigan desempeñando su rol de cuidado de una manera efectiva y sostenible. Los familiares que se encargan de un ser querido, a menudo enfrentan niveles elevados de estrés físico y emocional. Este estrés puede derivar en agotamiento, problemas de salud mental y física, y una disminución en la calidad del cuidado proporcionado a su familiar. Por lo tanto, es crucial implementar estrategias y recursos que promuevan el bienestar de los cuidadores previniendo asi el agotamiento (burnout) de estos.
Una de las principales estrategias para el cuidado del cuidador es proporcionar apoyo emocional y psicológico. Los cuidadores necesitan espacios seguros donde puedan expresar sus sentimientos y preocupaciones, así como recibir orientación y consejo profesional. La asistencia a terapia indivual o a algunos grupos de apoyo son recursos valiosos que pueden ayudar a manejar el estrés y evitar el desgaste emocional. Además, es importante fomentar el autocuidado, tomando tiempo para sí mismos y participando en actividades que les guste realizar y manteniendo hábitos de vida saludables.
La educación y la capacitación continuas son esenciales para los cuidadores, ya que estas proporcionan conocimientos y habilidades, les empodera para manejar mejor las situaciones que enfrentan en su labor diaria. Esto no solo mejora la calidad del cuidado que brindan, sino que también puede reducir el estrés asociado con la sensación de estar abrumado o mal preparado. La creación de redes de apoyo entre cuidadores también puede ser de gran ayuda, ya que facilita el intercambio de experiencias y estrategias efectivas, creando una comunidad de apoyo mutuo.

Nueve Puntos para el Cuidado de los Cuidadores:

  • Practicar el Autocuidado: Dedica tiempo diario a actividades que te gusten y te relajen, como leer, caminar o escuchar música.
  • Buscar Apoyo Emocional: Participa en grupos de apoyo o consulta con un profesional para manejar el estrés y las emociones difíciles.
  • Mantener Hábitos Saludables: Comer de manera equilibrada, dormir lo suficiente y realizar ejercicio regularmente, ayudan a mantener tu salud física y mental.
  • Establecer Límites: Aprende a decir “no” cuando sea necesario y establece límites claros.
  • Tomar Descansos Regulares: Permítete tomar pausas a lo largo del día para descansar y recargar energías.
  • Pedir Ayuda: No dudar en pedir ayuda a familiares, amigos o profesionales sea necesario.
  • Organizar el Tiempo: Planificar el día y priorizar las tareas para manejar mejor las responsabilidades personales y del familiar que se cuida.
  • Mantener una Red de Apoyo: Mantener cerca a amigos, familiares u otros cuidadores que puedan brindar apoyo.
  • Practicar Técnicas de Relajación: Como la meditación, la respiración profunda o el yoga.

Dr. Juan Manuel Jaramillo Mejía – Médico Psiquiatra.


¿Cómo Dormir Mejor?

Dormir bien es fundamental para mantener una buena salud física y mental. Un sueño de calidad ayuda a fortalecer el sistema inmunológico, mejorar la memoria y la concentración, y regular el estado de ánimo. Además, reduce el riesgo de enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes y la obesidad. Dormir adecuadamente también favorece la recuperación del cuerpo y la mente, permitiéndonos enfrentar el día con energía y vitalidad. Por tanto, establecer buenos hábitos de higiene del sueño es crucial para lograr un descanso reparador.

A continuación comparto 10 tips para dormir mejor:

1. Mantén un horario regular de sueño: Intenta acostarte y levantarte a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana. Esto ayuda a regular el reloj biológico del cuerpo.

2. Crea una rutina relajante antes de dormir: Dedica al menos 30 minutos a actividades relajantes antes de acostarte, como leer, tomar un baño tibio o practicar técnicas de relajación.

3. Asegura un entorno de sueño adecuado: Tu habitación debe ser oscura, tranquila y a una temperatura confortable. Usa cortinas opacas, tapones para los oídos o una máquina de ruido blanco si es necesario.

4. Evita dispositivos electrónicos antes de dormir: La luz azul emitida por teléfonos, tabletas y computadoras puede interferir con la producción de melatonina. Intenta evitar estos dispositivos al menos una hora antes de acostarte.

5. Cuidado con lo que comes y bebes: Evita las comidas copiosas, la cafeína y el alcohol antes de dormir. Estos pueden alterar tu sueño o hacerte despertar durante la noche.

6. Haz ejercicio regularmente: La actividad física regular puede ayudarte a dormir mejor, pero evita hacer ejercicio intenso justo antes de acostarte.

7. Limita las siestas: Si necesitas dormir durante el día, intenta que las siestas no superen los 20-30 minutos y no sean demasiado tarde, ya que pueden interferir con el sueño nocturno.

8. Gestiona el estrés: Practica técnicas de manejo del estrés, como la meditación, el yoga o la respiración profunda, para reducir la ansiedad y las preocupaciones que pueden mantenerte despierto por la noche.

9. Reserva tu cama para dormir: Usa la cama solo para dormir y para la intimidad. Evita trabajar, ver televisión o usar dispositivos electrónicos en la cama.

10. Consulta a un profesional de la salud si es necesario: Si tienes problemas persistentes para dormir, considera hablar con un psiquiatra para identificar posibles trastornos del sueño y recibir el tratamiento adecuado.

Dr. Juan Manuel Jaramillo Mejía – Médico Psiquiatra.